domingo, 26 de abril de 2009
JESSICA CIRIO NO ES CAMILA O'GORMAN
Una de las más absurdas explicaciones de los abusos del pederasta confeso Fernando Lugo fue la que intentó presentar sus aberraciones como "una historia de amor".
Tal vez historias de amor serían las de Camila O`Gorman y Uladislao Gutiérrez, donde al menos existía monogamia.
La del obispo abusador de niñas pobres se acerca más a la del dictador Alfredo Stroessner y sus criaderos de adolescentes, conocidos detalladamente en la mitología popular paraguaya.
Y al estilo de gobierno que hasta el hartazgo se dijo que se buscaba cambiar, el del uso de los gastos reservados para establecer un verdadero Mercosur de amantes.
EL DESTINO DE LOS GASTOS RESERVADOS
Un buen día el bondadoso obispo Fernando Lugo, abusador de niñas pobres, decidió que debería refinar sus gustos con algo más acorde al poder de su sotana de amianto, capaz de conferirle absoluta impunidad para mentir..
Ya no correspondía a su rol y status de "político exitoso" una humilde criadita, entregada por su madrina para los servicios personales del monseñor.
El desgraciado cura de la comarca más miserable, de un país miserable entre miserables, había llegado al edén merced a la endiablada manipulación que hizo de una imagen prestada del oscurantismo, entre masas iletradas imbuidas de machismo, pensamiento mágico y tradición autoritaria.
Fue el castigo de quienes desalojó del poder, ser víctimas de su propia desidia y del genocidio cultural al que sometieron por 60 años al Paraguay.
Para el ángel exterminador, era el momento de probar artículos lujosos, de ser posible carne importada y de la mejor.
Mientras el 99 por ciento de la población vivía en uno de esos días veraniegos paraguayos de tereré y pantallas de cáñamo, el diablo con las inquietantes formas de Jessica Cirio visitó la sacristía.
No había nada que temer, dijo Satanás, las ministras de la Mujer y de la Niñez montaban guardia en los umbrales del templo para mantener alejadas a las feministas. Además, el jefe de prensa y el asesor jurídico ya se habían ido por una lateral sin despertar sospechas, disfrazados de monaguillos.
Finalmente, el santurrón enviado por el altísimo para redimir al Paraguay, tuvo la oportunidad de tocar el cielo con las manos.
Se despojó de la sotana y las sandalias, y las colgó en el crucifijo desteñido que acostumbraba usar como perchero. El Cristo desclavó una de sus manos para sostener las prendas y le guiñó un ojo al monseñor en señal de aprobación.
Una paloma tallada en el extremo superior del altar, que representaba al espíritu santo, levantó vuelo y se perdió por una escalera en espiral hasta la cúpula del campanario.
Escondidas en el confesionario, vigilaban unas monjas fetichistas vestidas de látex mientras el órgano medieval de la iglesia de la Encarnación convertía el soplo del viento en un canto gregoriano.
La Virgen María empezó a llorar sangre, afligida, mientras un santo cobraba vida para acudir a consolarla.
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(*) Camila O'Gorman (Ciudad de Buenos Aires, 1828 – † San Andrés, Partido de General San Martín, Provincia de Buenos Aires, 18 de agosto de 1848) fue una joven irlando-argentina, de una familia patricia (por la línea paterna era nieta de la también célebre "Perichona" -Madame Perichon), que protagonizó una trágica historia de amor durante el segundo gobierno de Juan Manuel de Rosas. Enamorada del sacerdote de su parroquia, el tucumano Ladislao Gutiérrez, huyó con él, el 12 de diciembre de 1847 para refugiarse en la provincia de Corrientes. Su ejecución durante las últimas etapas del embarazo produjo un escándalo internacional que contribuyó a la caída política de Juan Manuel de Rosas.
Camila nació en Buenos Aires, y era la hija menor de Adolfo O'Gorman y Joaquina Ximénez Pinto. Camila era la quinta de los seis hijos en una familia de clase alta, de ascendencia mixta irlandesa, francesa y española. Dos de sus hermanos, como era típico de las familias poderosas en la Argentina post-colonial, se embarcaron en respetables carreras en la sociedad argentina. Uno buscó una posición en la Orden Jesuita, mientras que el otro fue oficial de policía y eventualmente el fundador de la Academia de Policía de Buenos Aires. Camila era considerada un baluarte de la sociedad educada, y bailaba con frecuencia en fiestas formales en el Palacio Presidencial. También era amiga íntima y confidente de la hija de Rosas.
los 18 años, Camila conoció al padre Ladislao Gutiérrez, un sacerdote jesuita que había asistido al seminario junto con el hermano de Camila. El padre Gutiérrez provenía de un entorno similar (su tío era el Gobernador de la provincia de Tucumán). Había sido nombrado párroco de la familia O'Gorman, y pronto comenzó a ser invitado a la propiedad familiar de éstos. Camila y Gutiérrez comenzaron rapidamente un romance clandestino.
En 1847, Camila y el padre Gutiérrez se fugaron a caballo y se refugiaron en la provincia de Corrientes (entonces bajo el control de opositores al Gobernador Rosas). Cuando el escándalo se hizo público, algunos seguidores de Rosas sugirieron que había sido secuestrada. Los oponentes políticos de Rosas exiliados, incluyendo al futuro presidente Domingo Faustino Sarmiento, declararon que la tiranía de Rosas era culpable de corromper la moral de la mujer argentina.
En agosto del año 1848 su paradero fue descubierto, y fueron arrestados por un sacerdote irlandés llamado Michael Gannon. Camila negó haber sido violada y afirmó ser la iniciadora del romance y la ideóloga de la fuga. O'Gorman y Gutiérrez fueron llevados nuevamente a Buenos Aires para ser juzgados. Ante el clamor popular contra la violación de los votos de castidad del sacerdote y la mala reputación que se temía atrajera sobre la comunidad irlandesa, fueron condenados a muerte y fusilados poco tiempo después, en la mañana del 18 de agosto de 1848 en el Cuartel General de Santos Lugares (actualmente localidad de San Andrés, General San Martín). O'Gorman, de 20 años, estaba encinta de ocho meses cuando acabaron con su vida.
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