domingo, 30 de septiembre de 2007

RATZINGER Y EL MÁS PRECIADO FLORERO

El PRECIADO FLORERO Y JOSEPH RATZINGER
(Luis Agüero Wagner)

Uno de los claroscuros más marcados de los últimos tiempos se viene observando entre ciertos protagonistas de los recientes sucesos políticos paraguayos, donde interactúan abigarradamente laicos y laicas, teólogos y teólogas, políticos y políticas, sacerdotes y pastores de distintas tendencias políticas y de diferentes iglesias cristianas, en un clima ecuménico del más absoluto caos.
Por un lado la Iglesia Católica Apostólica y Romana, organización jerarquizada, verticalista, con la obediencia ciega como mandamiento y el dogma de fe por bandera, contrasta con la conducta anárquica de los exponentes la alianza luguista, aunque éstos hayan sido bastante hábiles para maquillar la incoherencia de aprovechar el aura mística de la sotana y simultáneamente echar pestes y culebras contra el Vaticano y su malhadado Derecho Canónico.
También nuestros patriotas de utilería han sido oportunistas al valerse de una interna entre una secta menonita y la santa madre de Roma, una más de las que se iniciaron casi inmediatamente después que al Altísimo se le ocurrió enviar a su hijo a redimirnos, originando una serie de conflictos que ahora han incursionado en el proceso electoral paraguayo y que difícilmente podrá solucionarlos enviando algún nuevo emisario, por lo que si a alguien necesitaremos será sin lugar a dudas a Él en persona. Más aún si consideramos que vivimos en un país donde las lenguas de fuego del espíritu santo en lugar de iluminar a nuestros líderes naturales, terminaron originando los incendios de nuestros bosques.
Podríamos decir que la duda existencial que hoy nos aqueja empezó cuando Fernando Lugo de motu propio recibió sus votos perpetuos en 1975 y juró obediencia a los herederos de los apóstoles, cuyo único líder es el papa de Roma, declarado dictador perpetuo indiscutible e infalible por la propia ley vaticana. Esa es la esencia, el meollo del asunto. Fernando Lugo puede estar molesto con el Papa porque lo jubiló tempranamente convirtiéndolo en emérito, pero en su institución la disidencia no está permitida. En otros tiempos se pagaba con la muerte en la hoguera y para colmo, en el presente gobiernan nostálgicos de aquellos métodos.
Hoy más que ayer, se acabó el café con leche y se han cerrado las válvulas renovadoras que abrieron los pusilánimes legionarios del Concilio Vaticano II.
Al frente del cotarro vaticano está quien antes de convertirse, hace dos años, en Benedicto XVI era, como cardenal Joseph Ratzinger, el temible cancerbero de la ortodoxia como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el viejo Santo Oficio de la Inquisición que carbonizó a Giordano Bruno. Este fantasmal prusiano con más aire marcial que Stroessner, ex militante de las juventudes hitlerianas que encarna un «catolicismo fosilizado» se muestra resuelto a liquidar la apertura que emprendieron sus antecesores limpiando las liberalidades y desviacionismos como la Teología de la Liberación. Al margen de esto, pienso que si Fernando Lugo no estaba de acuerdo con una Iglesia que, según dicen piensa él, es de los ricos y para los poderosos, no necesitaba irse al otro extremo e ingresar a un culto satánico como el que practica la gente que hoy lo ha cercado. Podría simplemente clavar la orden de cierre en la puerta de su capilla y partir para una nueva Iglesia de los pobres y de los excluidos sociales.
Ya tiene audiencia, seguidores, la atención de la prensa, el apoyo de políticos, del complejo IAF NED USAID, algunos famosos y posiblemente consiga hasta créditos del BID. La telepredicación, el sermón por internet y la iglesia electrónica en los tiempos actuales obran milagros. Otros grupos cristianos del rebaño de los llamados evangélicos lo han demostrado en decenas de credos rivales entre sí, todos a su vez desgajados en el curso de la historia de la Iglesia católica tradicional y oficial, y hoy tan enfrentados con ella que nos terminaron metiendo en la actual parafernalia proselitista. Pero no, prefiere renegar de su condición de obispo (después de todo, ya lo habían jubilado, que eso significa emérito, aunque suene un poco mejor) pero no perder las ventajas que a su imagen le trae el haber vestido sotana ante la gente de un pueblo ignorante y supersticioso. Por supuesto que no acepta convertirse en apóstata, único medio coherente de liberarse de la dictadura vaticana. ¿Qué tendrá esa Iglesia que le es tan difícil aceptar la salida de los disidentes y porqué le cuesta tanto a sus disidentes abandonarla, inclusive a los que pretenden ingresar al territorio demoníaco de la política nativa arrojando la sotana?
Exponentes de la teología de la Liberación como el cura peruano Gustavo Gutiérrez, fueron forzados por la jerarquía a una retractación y a publicar la misma en el diario limeño «La República». El nicaragüense Ernesto Cardenal, hincado de rodillas en el aeropuerto de Managua, tuvo que escuchar la reprimenda que en 1983 le dio el papa Juan Pablo II. El brasileño Leonardo Boff debió guardar un sepulcral silencio en forma de sumisión cuando el cardenal Ratzinger le enseñó amenazante en Roma la mazmorra donde tuvieron a Galileo por afirmar que la tierra se mueve, antes de colgar los hábitos en 1991. El castigado teólogo vasco-salvadoreño Jon Sobrino a pesar de residir en el país donde Arnulfo Romero fue asesinado en un altar mientras celebraba misa, sigue firme en las filas de Benedicto XVI.
Todos estos antecedentes nos llevan a presumir que difícilmente nuestro único líder Lugo sea una excepción, por más desesperante carencia de candidato potable que aqueje a quienes se disputan con sospechoso entusiasmo el más preciado florero. LUIS AGÜERO WAGNER.

3 comentarios:

Àngel Sàenz dijo...

un articulo interesante y las preguntas de el final se quedaran sin contestar ... como simpre y es otra razón más para rechazar al que el imperialismo gobierne a latinoamericana EUA ya hizo lo que quizo con latinoamérica a mediados del siglo xx ¿hasta cuando permitiremos que sea así?.ñ

gracias por pasarte por mi blog.

www.musicacon-ciencia.blogspot.com

Àngel Sàenz dijo...

un articulo interesante y las preguntas de el final se quedaran sin contestar ... como simpre y es otra razón más para rechazar al que el imperialismo gobierne a latinoamericana EUA ya hizo lo que quizo con latinoamérica a mediados del siglo xx ¿hasta cuando permitiremos que sea así?.ñ

gracias por pasarte por mi blog.

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KRATES dijo...

Sobre la Iglesia y el pasado fascista:

De Los de Abajo a la Izquierda.

El otro día viendo un documental de la BBC, Pio XII: El Papa, los judíos y los nazis, Rudolf Vrba, judío eslovaco que se fugó de Auschwitz en 1944, comentaba sobre la persecución sufrida por los judíos durante el régimen cruel del clérigo pro-nazi Jozef Tiso en Eslovaquia:

«Durante las deportaciones (1942-43) se usaba un trato terriblemente inhumano. Por ejemplo, ponían a los niños en esos horribles vagones de deportación, sin agua ni sistema sanitario; pegaban a los ancianos para que subiesen esos vagones, principalmente en la cabeza con porras, para que tirasen el equipaje que aún llevaban con ellos. Así, que fueron a quejarse a uno de los famosos obispos, y el obispo les dijo: "Tras haber crucificado a Jesús, tenéis la arrogancia de venir a quejaros". Esa era la mentalidad.

»Con el régimen criminal de monseñor Tiso, en sus ropas sacerdotales, rodeado por todos sus obispos que predicaban el nazismo en la primera página de sus periódicos, alternando fotos de Hitler y Tiso con Pío XII, quedó claro que posición había tomado el Papa Pio XII. Porque si hubiese dicho que usar su nombre para propaganda clerical-fascista, conducía a la excomunión; se lo hubieran pensado dos veces.»

Este texto es un fiel reflejo del papel pasivo o colaborador que tuvo la jerarquía eclesiástica católica durante los años de la Segunda Guerra Mundial, con algunas excepciones antinazis, la mayor parte del clero europeo fue pro-fascista y muy anticomunista como antisemita, en este caso en Eslovaquia, como también fue en Croacia, Ucrania, Alemania, Hungría, Bélgica o Francia.

En el mismo documental, declara el arzobispo Emanuele Clarizio que el antisemitismo estaba muy arraigado en el seno de la Iglesia, y da gracias a Juan XXIII al abolir el rezo: «Oremos por los pérfidos judíos».

En el libro de David I. Kertzer, Los papas contra los judíos (pág. 27), se dice:

«Pero la eliminación física de los judíos de Europa se produjo como final de un largo camino, un camino que la Iglesia católica contribuyó sobremanera a construir. En muchos de los países donde se desató el Holocausto —Austria, Polonia, Francia e Italia entre otros—, el antisemitismo se había identificado estrechamente con el catolicismo a lo largo de muchas décadas. De hecho, a lo largo del siglo XIX el antisemitismo se había convertido en un aspecto cada vez más importante de la identidad católica.»

Y no sólo los católicos, (pág. 26):

«En su ensayo de 1543, Sobre los judíos y sus mentiras, Lutero calificaba a los judíos de "plaga de sabandijas repugnantes" que buscaban dominar el mundo. Instaba a prender fuego a sus libros, sinagogas, escuelas y casas.»

Y las Iglesias ortodoxas orientales no se quedaban atrás, en Rumania son famosas las persecuciones elaboradas por la fascista Guardia de Hierro de Codreanu. O los pogromos masivos durante la Rusia zarista. El panfleto Los Protocolos de los Sabios de Sión fue invento de la OJRANA zarista, editado por el fanático Serguei Nilus, que luego se hizo místico-religioso.

Y aquí en España, hasta no hace mucho, se solía decir «escupir es cosa de judíos», «que hereje y judío eres». Acordaros de la conspiración mundial judeo-masónica a la que solía recurrir el régimen franquista, sin olvidar a la Iglesia.

En esa España de Franco y de su nacional-catolicismo, donde la Iglesia católica tuvo un importante poder. Aunque a finales del régimen tuvieran sus diferencias debido a los aires renovadores del Concilio Vaticano II (como la figura de los curas obreros), se cumplieron las nuevas normas y formas a causa del voto de obediencia impuesto entre el clero, más que por convicción y autocrítica. Por ejemplo, siguiendo el nuevo modelo pastoral, hubo en el 13 de septiembre de 1971, una Asamblea Conjunta de Obispos y Clérigos, en el que se aprobó por 137 votos contra 78 un texto para ser incluido entre las conclusiones finales de la asamblea, pero que no se incluyó al no considerarse suficiente la mayoría:

«Si decimos que no hemos pecado, hacemos a Dios mentiroso y su palabra ya no está entre nosotros (1 Jn. 1,10). Así pues, reconocemos humildemente y pedimos perdón porque nosotros no supimos a su tiempo ser verdaderos ministros de reconciliación en el seno de nuestro pueblo, dividido por una guerra entre hermanos.»