LUIS AGÜERO WAGNER- Nadie mejor que un clérigo, el obispo-presidente Fernando Lugo, para llevar adelante una guerra asignada al Paraguay por el Imperio, la santa guerra química contra el cannabis.
Con el encarnizamiento frenético, fanático y descomunal de las guerras de religión, tropas pitiyanquis ridículamente disfrazadas de Rambo arremeten contra indefensos campesinos en los departamentos de San Pedro y Concepción, sembrando el terror y retrotrayendo al Paraguay a los tiempos de la dictadura, o quizás, peor, de la Santa Inquisición.
El Operativo de hoy tiene sus peculiaridades: lo dirige un periodista de ABC color, Roque González Vera, con una lista de los campesinos a ser detenidos y atormentados elaborada por los sojeros y ganaderos asociados a su patrón, el tenebroso propagandista del Plan Condor Aldo Zucolillo. Este periodista es una privilegiada excepción, dado que ni siquiera se ha respetado a la prensa sueca ni chilena, que se han quejado de brutales maltratos en el pandemonium.
En tanto sigue el Terror en San Pedro, el agente del FMI Dionisio Borda fue citado por el encargado de negocios de la embajada norteamericana para recibir instrucciones, mientras la prensa mediática ignora las torturas y distrae a la población con banalidades.
HACIENDO MÉRITOS ANTE EL IMPERIO
Detrás del supuesto Operativo, se agita el fantasma de movimientos guerrilleros anti-estadounidenses que supuestamente se financiarían con beneficios provenientes del comercio de la marihuana, hierba medicinal legal en países desarrollados de Europa, pero cuyo combate sirve de excusa al imperio para manejar la policía paraguaya y a la policía paraguaya para incautar a los campesinos su producción de marihuana y comercializarla desde las mismas oficinas policiales.
De esta manera Estados Unidos involucra a Paraguay en la guerra química que ha emprendido hace tiempo contra las poblaciones rurales del Tercer Mundo. Una guerra química que a corto plazo será biológica. LAW
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NOTA: En 1978 entró en vigor el Convenio para la prohibición del Uso Militar o cualquier otro uso hostil de técnicas de modificación del Medio Ambiente, que por supuesto Estados Unidos no cumple.
El mismo convenio es resultado del uso de agente naranja en Vietnam como defoliante de territorio enemigo, para privar al Vietcong de refugio y alimento.
Ahora, en su guerra contra las drogas, además de armas químicas el gobierno de Estados Unidos avanza en la utilización de armas biológicas y transgénicos.
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