miércoles, 4 de febrero de 2009

Agente del FMI se niega a Incrementar Salarios


LUIS AGÜERO WAGNER- Aunque para distraer la atención el obispo Fernando Lugo participó en el Foro Social de Belem junto a la izquierda sudamericana, en casa sigue manejándose con cuchillo de palo.

El agente del FMI(*) en el gabinete del obispo Fernando Lugo, el ministro encargado del Tesoro Dionisio Borda, una vez más se negó al pedido de incremento de salarios.

Dionisio Borda es conocido por su permanente tendencia a crear impuestazos, y por su actuación al frente del Ministerio de Hacienda de corruptos gobiernos anteriores, donde fue factor determinante en el aumento de recaudación para la corrupción.

La postura de Borda se suma a la del ministro de Industria Martín Heisecke, representante de la oligarquía que logró un espacio en el gabinete del obispo por su apoyo económico y el préstamo de su avión privado durante el proselitismo.

"Si aumenta el salario aumentan los costos, momento en que las empresas están recortando costos para sobrevivir" precisó Borda, ampliamente conocido por sus tendencias al neoliberalismo salvaje.

La postura de los referentes neoliberales fue también acompañada por el viceministro de Industria Walter Bogarín, otro defensor del capitalismo salvaje y la explotación laboral en el gabinete del supuesto "obispo de los pobres" Fernando Lugo.

El 6 de enero las centrales sindicales se habían reunido con Fernando Lugo para solicitar oficialmente el aumento del salario en un 25 por ciento. Aunque en diciembre se cumplió el requisito legal para reajustar un salario, dado que la inflación acumulada desde el último aumento superó el 10 por ciento, el gobierno se niega al incremento.

LAS MEDIDAS NEOLIBERALES DE BORDA

Durante su reinado, Borda utilizó el eterno caballito de batalla tan criticado por Stiglitz, el impuesto al Valor Agregado, eximiendo unas cuantas categorías como verduras o hierbas medicinales, pero sin dejar de mantenerlo como un impuesto proporcional. Para colmo, un impuesto proporcional que en un país como Paraguay gravó el sector formal de la economía. Y dado que sólo lo pagaron unos pocos, introdujo profundas distorsiones en el funcionamiento de la economía.
También durante la gestión de Borda el Banco Central funcionó como si sus directivos fueran un grupo que no tenía que rendir cuentas absolutamente a nadie, y su presidenta ni siquiera se dignó a conceder una miserable entrevista a la prensa. Y tal cual lo señala Stiglitz como norma en casos de esta índole, la economía del país terminó controlada por personeros de la comunidad financiera, con oscuros intereses particulares antepuestos a los nacionales.

Stiglitz plantea: "Cuando un gobierno socialdemócrata actúa igual que uno conservador, el votante tiene todo el derecho a preguntarse: ¿para qué votamos entonces? Al tratar de incluir a todos, los políticos muchas veces terminan alienando y desilusionando al electorado”. Es exactamente el dilema que podría trasladarse en este momento al gobierno de Fernando Lugo.
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(*) Al FMI se le critican sus políticas (especialmente, los condicionamientos que impone a los países en vías de desarrollo para el pago de su deuda o en otorgar nuevos préstamos) señaladas como causantes de regresiones en la distribución del ingreso y perjuicios a las políticas sociales. Algunas de las críticas más intensas han partido de Joseph Stiglitz, ex-Economista Jefe del Banco Mundial y Premio Nobel de Economía 2001.

Algunas de las políticas criticadas son:

Saneamiento del presupuesto público a expensas del gasto social. El FMI apunta que el Estado no debe otorgar subsidios o asumir gastos de grupos que pueden pagar por sus prestaciones, aunque en la práctica esto ha resultado en la disminución de servicios sociales a los sectores que no están en condiciones de pagarlos.
Generación de superávit fiscal primario suficiente para cubrir los compromisos de deuda externa.
Eliminación de subsidios, tanto en la actividad productiva como en los servicios sociales, junto con la reducción de los aranceles.
Reestructuración del sistema impositivo. Con el fin de incrementar la recaudación fiscal, ha impulsado generalmente la implantación de impuestos regresivos de fácil percepción (como el Impuesto al Valor Agregado)
Eliminación de barreras cambiarias. El FMI en este punto es partidario de la libre flotación de las divisas y de un mercado abierto.
Implementación de una estructura de libre mercado en prácticamente todos los sectores de bienes y servicios, sin intervención del Estado, que sólo debe asumir un rol regulador cuando se requiera.
El concepto de servicios, en la interpretación del FMI, se extiende hasta comprender áreas que tradicionalmente se interpretan como estructuras de aseguramiento de derechos fundamentales, como la educación, la salud o la previsión social.
Políticas de flexibilidad laboral, entendido como la desregulación del mercado de trabajo.
Estos puntos fueron centrales en las negociaciones del FMI en Latinoamérica como condicionantes del acceso de los países de la región al crédito, en la década de 1980. Sus consecuencias fueron una desaceleración de la industrialización, o desindustrialización en la mayoría de los casos. Con ellos se volvía a economías exportadoras de materias primas. Las medidas aplicadas generaron fuertes diferencias en la distribución del ingreso y un aumento de la desigualdad, junto con la desaparición o restricción de las redes sociales de apoyo otorgadas anteriormente por el Estado. Aunque ya existían desigualdades sociales anteriormente, las medidas las exacerbaron. En muchos países en desarrollo de Latinoamérica y África, la aplicación de esas medidas fue llevada a cabo por gobiernos dictatoriales, y significaron una integración desequilibrada a la economía mundial.

Es de notar, por otra parte, que los modelos de política de industrialización por sustitución de importaciones de algunos países en desarrollo presentaban ya anomalías al subsidiarse costos de manufactura y ventas más caros internamente, por medio de mercados cautivos, en relación a los costos y precios externos.

Las recesiones en varios países latinoamericanos a fines de la década del noventa y crisis financieras como la de Argentina a finales de 2001, son presentadas como pruebas del fracaso de las "recetas" del Fondo Monetario Internacional, por cuanto esos países determinaron su política económica bajo las recomendaciones del organismo.
EL CASO ARGENTINO: Debemos a su vez, recordar que el caso de Argentina fue uno de los más importantes a nivel internacional con respecto al fracaso de las políticas del FMI, debido a que era considerada la alumna ejemplar de este organismo por cumplir durante las últimas décadas al pie de la letra las normas que se le indicaban, y que demostró que fracasaron, llevando a muchos países emergentes a tener una gran desconfianza, así como también a perderle credibilidad, a esta institución. Esto se tradujo en la cancelación de deuda de otros países con el FMI, como Brasil. Como dijo el presidente Néstor Kirchner en un discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2004: "Se hace necesario un urgente, fuerte y estructural rediseño del Fondo Monetario Internacional para que pueda prevenir crisis y ayudar a su solución, cambiando el rumbo que lo llevó de prestamista de fomento a acreedor con demanda de privilegios."
Luego a fines del 2005, Néstor Kirchner terminó de pagar la histórica deuda que tenía el país que él presidía para con el FMI.

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