(LUIS AGÜERO WAGNER) Nuevos documentos del terror sembrado por el imperio en Sudamérica, para el cual operaba John McCain, han aparecido en Paraguay muy a pesar de la prensa que apoyó al obispo Fernando Lugo.
Una parte del funesto pasado de terror que el imperio norteamericano sembró en Latinoamérica, en tiempos en que John McCain realizaba corteses visitas al dictador chileno Augusto Pinochet, aparecieron en Paraguay este viernes 31 de Octubre en el edificio del Consejo de Gobernadores del Paraguay, dependiente del Ministerio del Interior, situado en las calles Montevideo Nº 416 y Estrella de Asunción.
“Este lugar se usó para eliminar a los patriotas paraguayos. A miles de compañeros cuyos cadáveres estarán poblando todo el país. Luchadores por la independencia y la soberanía de este país. Deben pagar sus culpas los criminales que se han prestado a asesinar a sus compatriotas y no solo a los paraguayos, sino también de otros países" expresó una de las víctimas de la dictadura, que se hizo presente en el lugar.
"Una vecina del lugar, que no quiso ser identificada, comentó que escuchaban lamentos, gritos y pedidos de socorro de muchos presos detenidos dentro del edificio. Expresó que casi a diario se traían personas detenidas para torturarlas, pero que nunca se animaron a hacer las denuncias durante la dictadura, por temor a represalias" dice una crónica publicada hoy.
Otro de los sitios vinculados a ese pasado de Terror del que la prensa en Paraguay tiene prohibido hablar, dado que comprometió a la mayoría de los propietarios de meidos, es la Dirección de Asuntos Técnicos, organismo creado por la dictadura de Alfredo Stroessner con el apoyo de la CIA norteamericana, el 3 de mayo de 1957, y clausurado el 22 de diciembre de 1992, tras el descubrimiento del Archivo del Terror luego de las arduas investigaciones del activista por los derechos humanos, abogado y pedagogo Martín Almada.
El macabro centro tuvo un único director, Antonio Campos Alum (que continua prófugo de la Justicia) y un asesor enviado por el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, el coronel y abogado Robert F.K. Thierry quien instruyó a fuerzas policiales y militares en las denominadas “técnicas anti-subversivas” y en lo que posteriormente se conoció como manuales de interrogatorios de la CIA. Los testimonios de las víctimas estimadas en varios miles, señalan que en el edificio actuaban varios torturadores y un servicio de espionaje dirigido por la embajada norteamericana que fue responsable del clima de terror imperante en Paraguay durante varias décadas.
El esfuerzo antisubversivo coordinado entre las dictaduras surgió de las insistencias de la CIA en aumentar el entendimiento de los órganos represivos, para lo cual concertó los primeros encuentros entre los servicios de inteligencia y sugirió la vigilancia recíproca de los exiliados políticos.
La división de servicios técnicos de la CIA suministró también los equipos de tortura eléctrica, diseñó el esquema de cárceles clandestinas y elaboró los manuales de interrogatorios que hoy volvieron a tener vigencia bajo la administración de George W. Bush, y sin duda reverdecerán con John McCain.
La indiferencia de los medios y los líderes comprometidos con la embajada norteamericana no es el único obstáculo para el esclarecimiento de la sangrienta memoria reciente en Paraguay, donde se omite todo el tiempo al hablar del dictador Stroessner que su gobierno duró más de tres décadas merced a créditos, financiamiento, apoyo estratégico, informes de inteligencia, torturadores altamente especializados y adiestramiento de fuerzas represivas proveídos por Estados Unidos.
Los organismos de coacción imperialista también han penetrado los archivos del Terror para sanearlos de papeles comprometedores, y la mayoría de los investigadores que hurgan en ellos reciben auspicio de la Fundación Rockefeller, entre otras.
Se apoderaron así de buena parte de la memoria del país, inficionando la intelectualidad cortesana que ha vendido el recuerdo de quienes sin pactar con sus verdugos ni recibir dádivas de nadie, como verdaderos patriotas paraguayos, pagaron por la libertad como lo hicieron los rebeldes de las Trece Colonias bajo el rey Jorge III, sufriendo persecución, cárcel, destierro y muerte.
Después de todo, como escribió Thomas Payne en su famosa arenga a los patriotas estadounidenses en 1776, el cielo sabe cómo poner precio justo a sus bienes y sería extraño, en verdad, que un artículo tan celestial como la libertad no fuera tasado a un alto precio. LAW
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