jueves, 21 de febrero de 2008

PARAGUAY, ENTRE JAMES CASON Y LA FIEBRE AMARILLA

PARAGUAY, ENTRE JAMES CASON Y LA FIEBRE AMARILLA
(Luis Agüero Wagner)

La rápida asistencia recibida por Paraguay desde el Brasil ante el problema sanitario de la fiebre amarilla, demostró lo impracticable de la confrontación con Brasil por el tema de la “soberanía energética” utilizado por el populista obispo Fernando Lugo como presunta propuesta para ganar adherentes, aunque en realidad se trata de un argumento utilizado para tirotear contra El MERCOSUR desde la prensa ultraderechista paraguaya.
El brote de fiebre amarilla después de un siglo en Paraguay, también generó suspicacias entre médicos conocedores de la utilización de este mal como arma bacteriológica del imperio norteamericano. Estas sospechas se vieron acentuadas por la presencia como embajador en este país del embajador James Cason, conocido por su tendencia hacia el intervencionismo, que hoy financia en Paraguay a la mayoría de los referentes agrupados en torno al obispo Fernando Lugo y a su prensa adicta, mediante fuertes sumas disfrazadas de donaciones a organizaciones no gubernamentales. Esto ha generado roces entre el embajador norteamericano y altos funcionarios del gobierno del presidente Nicanor Duarte Frutos.
Anteriormente, se destacó reclutando bien remunerados disidentes en Cuba a los que encomendó la misión de representar el papel de periodistas perseguidos por el régimen.
Varias fuentes revelaron a la prensa paraguaya que el uso de insectos para trasmitir enfermedades ha sido objeto de profundos estudios por parte del ejército norteamericano en Fuerte Detrick, cuyo inventario ya en 1959 incluía mosquitos infectados con fiebre amarilla, malaria y dengue; pulgas infectadas con plaga, garrapatas con tularemia, fiebre recidiva y fiebre de colorado; moscas domésticas infectadas con cólera, ántrax y disentería. Según datos al respecto revelados por el propio Ejército norteamericano, el Centro de Armas Bacteriológicas de las Fuerzas Terrestres de Estados Unidos realizó experimentos con mosquitos Aedes aegypti portadores de la fiebre amarilla, que se llevaron a cabo en un polígono aéreo en el estado de la Florida.
Los resultados de las investigaciones realizadas demostraron que los mosquitos alcanzaron en un día distancias de 1,6 a3,2 kilómetros y picaron a muchas personas; que el Aedes aegypti poseía grandes posibilidades para la transportación de la fiebre amarilla a grandes distancias. El 29 de octubre de 1980 un cable procedente de Washington informaba que el Gobierno de Estados Unidos pensó seriamente usar el mosquito portador de la fiebre amarilla contra la Unión Soviética durante la guerra fría en 1956. Los documentos desclasificados aseguran que la agresión contra la URSS sería llevada a cabo tomando en cuenta la imposibilidad de la Unión Soviética de poner en marcha un programa de inmunización masivo contra el ataque de los mosquitos. Se trataba de una gran potencia, a una gran distancia, y un inmenso territorio, con la cual Estados Unidos no estaba en guerra. Sin embargo, se acariciaba la idea de un silencioso sabotaje biológico.
La actitud de la oposición paraguaya ante los brotes de fiebre amarilla que actualmente azotan a Paraguay, especialmente los grupos financiados por Cason, resultó particularmente extraña por cuanto se abocaron a organizar mitines políticos en los centros asistenciales donde el gobierno brindaba vacunaciones masivas, como si se hubiera anticipado a los hechos y hubiera planeado un plan desestabilizador.
Todo esto coincide con la confesión del ministro inglés David Miliband de los vuelos secretos de la CIA sobre territorio británico realizados por el imperio norteamericano, que hacen suponer que no son muy difíciles realizar sobre Paraguay, donde abundan agentes encubiertos de la embajada norteamericana y no existen ni siquiera radares en funcionamiento para controlar el espacio aéreo. Curiosamente, la embajada estadounidense afirma apoyar la lucha contra el narcotráfico en este país aunque sea conocido que del extraño asesinato del general Rosa Rodríguez en la vía pública se sospecha de agentes de la DEA.
Luis Agüero Wagner

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