Por Luis Agüero Wagner*
"... que mientras en la vida vulgar y corriente todo tendero sabe perfectamente distinguir entre lo que alguien dice ser y lo que realmente es, nuestra historiografía no ha logrado todavía penetrar en un conocimiento tan trivial como éste. Cree a cada época por su palabra, por lo que ella dice acerca de sí misma y lo que se figura ser".
CARLOS MARX
En medio de la miseria en ideas que padecemos los paraguayos, como uno más de los infortunios cuyo asedio describiera Roa Bastos, la confusión política vino a impregnar las bajezas de nuestro ambiente de la mano de los oportunistas y arribistas aglutinados en torno al obispo jubilado Fernando Lugo, candidato presentado como izquierdista pero candidatado por un partido liberal y conservador, publicitado con pasión por los medios de la ultraderecha y cercado por agentes encubiertos del imperio.
En nuestro presente paraguayo, no sólo la historiografía citada por Marx medra con la ingenuidad intelectual de las mayorías, también lo hacen los politólogos, politiqueros y oportunistas, aprovechando el generalizado desconocimiento de la acepción de izquierdas.
La distinción entre izquierdas y derechas , valga esclarecerlo, se aplicó por primera vez a la política en la Francia revolucionaria. En la Asamblea Constituyente de 1792, los representantes se hallaban divididos en dos grupos enfrentados: el de la Gironda, que se situó a la derecha del Presidente, y el de la Montaña (jacobinos), que se situó a la izquierda. En el centro tomó asiento una masa indiferenciada a la que se designó como el Llano -o la Marisma-. Los girondinos deseaban restaurar la legalidad y el orden monárquico, mientras que los jacobinos propugnaban un estado revolucionario, el cual, después de anular a los girondinos, desembocaría en el Terror. Así se produjo una identificación de la izquierda con la radicalización revolucionaria que, al grito de "Libertad, Igualdad y Fraternidad", desencadenaría una etapa de utopías y persecuciones sangrientas que sólo lograrían ser contenidas por el golpe de Estado de Bonaparte.
Paralelamente en el espacio-tiempo latinoamericano, la revolución cubana (que hoy ha señalado a Hugo Chávez como heredero) es el cisma cataclísmico que dio forma a la izquierda regional, hizo soñar a sus racionalizadores e identificar al poder norteamericano como el principal sostén del inicuo status quo en el subcontinente. Negarlo hoy sería como desconocer a los profetas del pueblo elegido en cierta religión, así como sería absurdo ignorar que su triunfo disparó la escalada represiva financiada por Washington en el resto del subcontinente, y acicateó la propaganda anti-izquierdista de la prensa conservadora.
Fernando Lugo y sus partidarios aparecieron en el escenario con las consignas propagandísticas de esta última izquierda, en ancas del impulso propagandístico de los gobiernos progresistas de la región y con la supuesta militancia en la teología de la liberación como credencial incuestionable. Pero pronto algo empezó a oler mal en Dinamarca.
La prensa maccartista en lugar de rechazar a esta incursión, empezó a dedicarle panegíricos. Indagando en el entorno del “fenómeno”, aparecían ocupando importantes espacios: 1) Guillermina Kanonikoff y Raul Monte Domecq, beneficiarios de los dólares de USAID.2) Camilo Soares, agente de la NED, referente de la Casa de la Juventud.2)PMAS: partido surgido gracias a la acumulación de dólares del grupo anterior, el cual recibió sólo en el 2004 127.000 dólares de IAF, institución manejada por George W. Bush. 3)Ricardo Canese, dirigente de Tekojoja. Propagandista de los planes de biocombustibles de George W. Bush, y teórico de las campañas contra el MERCOSUR en el tema de las Binacionales, aunque nunca construyó tan siquiera un gallinero en su vida y como ingeniero lo único que ha demostrado es ser muy buen periodista. 4)Aldo Zucolillo, ex propagandista del dictador Stroessner, mecenas del centro de detención y torturas de la dictadura paraguaya y alabardero del genocida Jorge Rafael Videla.5) Julio Benegas, empleado de Zucolillo en su diario ABC color y encargado de la cobertura de los actos luguistas, signatario de acuerdos con AFL-CIO, reputado peón de los fraudes imperialistas. Estas organizaciones también han sido acusadas por el mismo Partido Comunista Paraguayo de promover el plan umbral para su patrón el embajador anti-cubano James Cason. Se evidencian también ahora entre sus propagandistas a otros beneficiarios de la “ayuda” imperial como Hugo Richer o radio Cáritas, esta última receptora de 40.000 dólares de la embajada . Etc, etc.
La primera izquierda propiamente dicha, la de la revolución francesa, no cesó de atribuirse la búsqueda de la igualdad; pero dio lugar a la dictadura de un grupo de los privilegiados jacobinos. Y el presunto salvador de la revolución que se devoraba a si misma, Napoleón, parió la opulenta aristocracia familiar y militar del Imperio en la Francia urbana y en las naciones vencidas: reyes, príncipes, grandes duques, y títulos innumerables.
Igualmente los luguistas aparecieron en el escenario con la propuesta revolucionaria, y en Quito, su líder le dedicó una efusiva declaración de amor al socialismo del siglo XXI, a los zapatistas, a los sintierras y hasta a las guerrillas como la del ELN. Pero a diferencia de sus antecesores jacobinos, no esperaron a tomar el poder para dar un dramático vuelco. Todavía en campaña electoral, se fundieron en un conmovedor abrazo con los principales impulsores del neoliberalismo en Paraguay, se prestaron servilmente a las campañas contra el MERCOSUR de la prensa subsidiaria de la CIA, y terminaron negando todo vínculo con el chavismo, la izquierda, los antiimperialistas y demás chusmas.
Definitivamente, una cosa es lo que se predica y otra lo que efectivamente se hace.
*escritor paraguayo/ ataquedigital@aventura.com.py
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