EL VOTO POR EL CAMBIO
(Luis Agüero Wagner)
Célebres politiqueros locales pretenden convencernos, con el rostro petrificado por la caradurez, de que constituyen la alternativa de cambio para el país. Eso a pesar de todos los desmanes que venimos sufriendo por exclusiva responsabilidad de ellos en esta fracasada transición.
Se trata con seguridad del mismo “cambio” que devino el 3 de febrero de 1989, posicionando a la mayoría de los grandes demócratas que hoy nos desgobiernan en retribución por su meritoria “lucha” contra Stroessner, aunque ahora pongan el grito en el cielo al descubrirse que perseguidos por la dictadura en realidad militaban en el movimiento Nazi. Resulta particularmente curiosa esta actitud considerando que han elegido como candidato a un representante de una institución liderada por un ex militante de las juventudes hitlerianas, y que una buena parte de ellos -en particular quienes se dedican al rubro de la comunicación- profesan la ideología de Adolf Hitler con devota pasión, aún los que se presentan como cultores del judaísmo.
No son extraños casos de este tipo en un ambiente donde hasta los ex policías hoy devenidos en periodistas, que ayer torturaban con sadismo y crueldad a opositores en las ensangrentadas dependencias del Ministerio del Interior, pretenden ahora presentarse ante la sociedad como “luchadores” que enfrentaron a la dictadura. Dentro del mismo contexto, la caterva de hombres-escombros que cercaron al obispo jubilado Fernando Lugo, ahora nos sale con el cuento de que ellos representan el cambio.
No tengo dudas de que si el citado candidato liberal izquierdista llegara –supongamos- al poder en el 2008, en algo cambiaría el Paraguay, sobre todo su población y paisaje que quedarán en estado deplorable luego de materializar sus planes de declararle la guerra al Brasil.
Lo más gracioso es que los mismos que han demostrado a lo largo de estos años tanto o más vicios que los colorados, quienes han echado por tierra la posibilidad de la alternancia tras marginar a todo el mundo para posicionarse ellos, ahora pretenden que debemos seguirlos hasta la muerte porque sólo ellos representan “el cambio”. Es decir, hay que apoyarlos con el voto, pero no para que Fernando Lugo sea presidente, sino para que hagan el rekutú Llano, los Filizzola y para que arribistas como Rolón Pose o Nils Candia accedan a algún cargo aunque sea de segunda o tercera línea en la escala zoqueteril. Por supuesto que no faltarán en las papeletas de candidatos a zoquetes los beneficiarios de los dólares imperialistas del PMas, ni Ricardo Canese, propagandista de los planes de George W. Bush, y cuyo principal mérito es pasarse plagueando por el problema de la energía hidroeléctrica de Itaipú, tema que ya pudo haber solucionado cuando fue Vice- ministro de Minas y Energía durante uno de los más desastrosos gobiernos de la transición.
¿Cuál es el cambio que nos propone Filizzola? Ya lo vimos cuando administró la Municipalidad de Asunción: tanto o más zoqueterismo, prebendarismo, clientelismo y corrupción que los colorados, y como senador tanto o más venalidad que los liberales a la hora de votar en el parlamento a favor del oficialismo. En otros aspectos, difícilmente podría darse un cambio dejando la administración del estado en manos de personajes que ya dilapidaron en financieras fantasmas fondos municipales o que enajenaron el local de su partido para no cumplir con las leyes laborales como Rolón Pose, o quienes ni siquiera respetaron los vehículos de su propio partido como Nils Candia.
Dar el voto para la causa del zoquete de estos personajes, no iría mucho más lejos que quedarse en casa el día de la votación, pero como ciudadano responsable, prometo cumplir con mis obligaciones de ciudadano en abril del 2008 y presentarme en la mesa correspondiente. Para votar en blanco, obviamente.
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